lunes, 6 de agosto de 2012

La psicoteralia humanista

La psicoterapia humanista te permite profundizar en tus conflictos personales, poner conciencia en las dificultades y desarrollar tus propios recursos para afrontarlas.
Su objetivo es integrar todos los aspectos de tu personalidad, con el fin de que llegues a ser lo que eres, en lugar de que pretendas ser lo que no eres: lo que te gustaría ser, o lo que crees que deberías ser.
Es un proceso impulsado por tu voluntad de ver y tu voluntad de sanar. Una oportunidad para que, de forma activa y responsable, explores los problemas que aparecen en tu vida.

La relación terapéutica humanista

Una de las características de las psicoterapias humanistas es la actitud del terapeuta: empática, con coherencia, autenticidad, conciencia y responsabilidad. Esta es la base para que el encuentro interpersonal se convierta en una relación terapéutica.
La presencia del terapeuta te proporciona un espacio seguro, en el que puedes poner palabras a lo que te sucede y sentir cómo te afecta.
El terapeuta no te dirige con consejos, interpretaciones o pautas de modificación de conducta, sino que te apoya y te acompaña en el proceso que estás viviendo.
Te escucha sin juicios ni valoraciones, y profundiza junto a ti en los problemas, respetando tu propio ritmo.
Te acompaña en los momentos difíciles, mientras exploras tus emociones, recursos y creencias, y encuentras tu propio significado a lo que te sucede.
Te señala lo que forma parte de tu experiencia presente, y que tú, por ti mismo, no eres capaz de ver.
Te apoya para que, al poner conciencia en lo que haces y en cómo y para qué lo haces, puedas descubrir aspectos de ti mismo que te mantienen en una situación de sufrimiento, desarrolles tus capacidades personales y encuentres tu propia forma de resolverlo, cambiarlo o aceptarlo.

El proceso terapéutico humanista

Esta actitud no directiva del terapeuta facilita que el proceso vaya transcurriendo, sin interferencias, por donde tenga que ir, llevándote a tomar contacto con tus auténticas necesidades, que tal vez creías inexistentes o tenías olvidadas.
El proceso terapéutico te permite conocerte mejor, ampliar tu capacidad de darte cuenta, e integrar tus experiencias dolorosas.
El propósito es que consigas sentir, pensar y actuar de una forma armónica e integrada, relacionarte con autenticidad, crecer como persona, evolucionar hacia el autoapoyo, afrontar los problemas con madurez, y vivir con más conciencia.

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